Revisando mi biblioteca donde tengo los libros que más aprecio, me tope con un viejo libro de cuando estudiaba música de chico, “Teoría de la música” de Alberto Williams.

Un flash de emociones me invadió cuando recordé mis primeras lecciones. La casa de mi profesora, con ese living grande con muebles estilo provenzal, la ventana por donde entraba siempre la luz del sol y el piano que en un rincón siempre me esperaba Los sonidos del lugar, el canto de los pájaros, el ruido de los autos que pasaban por la puerta. Sensaciones de alegría, disfrute, ansiedad, sorpresa en cada lección.

Las imágenes, los sonidos, las sensaciones de aquellos días se transformaron en emociones que llegaron a mí como invitados a una fiesta y a cada una de ellas les fui dando la bienvenida.

Emociones que como los sonidos de la música se iban combinando y formando una melodía. Emociones que como las notas de un pentagrama conformaban mi partitura emocional . Matices que como ocurre en la música, traducían una mayor o menor intensidad de mis emociones. Todas estas emociones formaban parte de mi, de mi repertorio emocional.

Cada una me fue trayendo información valiosa del momento vivido en aquel entonces. ¡Cuánto poder tiene nuestra mente que con sólo recordar esos momentos, parece que los estuviera viviendo hoy mismo, sintiendo aquellas emociones!

Como seres emocionales que somos, antes que racionales, vivimos continuamente emocionando. Cada estímulo de nuestro ambiente tanto interno como externo provoca en nosotros una emoción, una respuesta emocional.

Cada emoción es la mensajera de información, sin importar, si estamos teniendo miedo o amor. Todas nos dicen algo, están para algo en ese momento que aparecen. Le pregunta que te invito a hacer cada vez que tengas una emoción, es ¿para qué está esta emoción? ¿qué información me trae?.

Sabemos que biológicamente, un torrente de neurotransmisores como la oxitocina, la serotonina, el cortisol, la adrenalina es volcado por nuestra hipófisis en el torrente sanguíneo, transportando información a nuestros músculos, órganos, a todo nuestro cuerpo.

Así como en la música, cada uno de nosotros lleva un repertorio emocional , una partitura que como un músico experto conocemos y sabemos interpretar en cada circunstancia de nuestras vidas. Entonces. te pregunto ¿cuál es tu partitura emocional? ¿Cual es esa música que interpretas cada vez que te visita una emoción? Te propongo que escribas, así como el músico que escribe una partitura, cual es tu repertorio emocional.  ¿Te animas a hacerlo esta semana?

Javier Rossi