
¿Conocés a alguien que haya sentido tristeza, enojo o dolor por alguna de estas situaciones?
:…Porque la muralla China está en China y no en Brasil
…Porque las hormigas tienen 6 patas y no 8
.…Porque Diciembre tiene 31 días y no 28.
La pregunta es ¿Por qué NO sufrimos frente a estos hechos?
Tal vez la respuesta esté en la misma pregunta. Simplemente porque son hechos. Los aceptamos como tales y no hacemos ningún tipo de interpretación y/o especulación sobre lo que observamos. Nos entregamos al simple hecho de OBSERVAR y ACEPTAR lo que es, como es. El sufrimiento aparece cuando deseamos que las personas o las cosas sean como queremos que sean y no como realmente son, cuando tendemos a controlar factores externos que no están a nuestro alcance, cuando deseamos que el pasado sea diferente, cuando nos aferramos a lo que no pudo ser, cuando nos resistimos a lo inevitable.
Por supuesto que hay situaciones en la vida que nos provocan dolor: la enfermedad, la muerte, la exclusión, las pérdidas, etc. Reconocer ese dolor y transitarlo nos permite avanzar. Superar el dolor nos hace resilientes, nos empodera y da lugar al autoconocimiento.
El sufrimiento, en cambio, nos condena a la pasividad. Es un fenómeno que impide el desarrollo de nuestro poder personal y nos conduce a una vida “sin sentido”. Si queremos dejar de sufrir y transformar ese sufrimiento en plena consciencia, podríamos comenzar por preguntarnos:
1. ¿Cómo estoy interpretando esto que está sucediendo en mi vida hoy?
2. ¿Hay algo que yo pueda modificar?
3. ¿A qué me estoy aferrando?
4. ¿Qué me pasa con el control?
5. ¿Qué necesito aceptar?
6. ¿Cómo me voy a sentir cuando suelte mis expectativas?
7. ¿Quién voy a ser cuando trascienda este “sufrir”?
Quien ACEPTA una situación dolorosa convierte ese hecho en una tarea: la de reorganizar su propia vida, consciente del dolor que se ha hecho presente. No somos responsables de todo lo que llega a nuestras vidas. Sí somos responsables de dejarlo ir y avanzar.
Vero Costa